Muchas veces solo pensamos y le damos peso a lo que Dios tiene que hacer en nuestras vidas. Lo bombardeamos con un carnaval de peticiones de diferentes sabores. Ahora bien, te hago una pregunta: ¿Deberíamos nosotros bendecir a Dios?, medita por un momento. Te diré porque tenemos que bendecirlo comenzando primeramente por tener más conciencia y darnos cuenta de todo lo que Él ha hecho y sigue haciendo por nosotros.
El sentado en su trono de alguna manera toma directrices en cuanto a nuestro funcionamiento aquí en la tierra. Esto ocurre diariamente y ni siquiera de das cuenta de los peligros tantos naturales como espirituales a los cuales estamos expuestos. Cuando estamos caídos El nos levanta para que podamos comenzar en cero. Que no se te olvide, El nos dio nuestro ser y no los conserva día a día por un acto de su poder Creador.
No pienses que es la existencia, sino la felicidad, lo que merece el nombre de la vida. Cabe señalar la especial liberación de nuestros grandes apuros y angustias las cuales tocan a la puerta de nuestra vida. Las gracias que Dios nos otorga, al ser ejercitadas con la prueba, se vuelven más fuertes y activas, y así podemos mejorar nuestro carácter como se mejora la plata cuando es refinada al fuego y verse libre de la escoria. “Tu nos probaste, Oh Dios, nos refinaste como se refina la plata”.
Cuantas cosas más Dios hace por nosotros, su misericordia no tiene fin, no te deja dentro de las llamas ni en la inundación de tus tribulaciones. Es tiempo de que bendigas a Dios por tanto que ha hecho en tu vida, abandona ese “Yo” en acción de gracias, ayuna, alábalo, cuenta con El y aprende a depender de sus promesas.AMEN
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