Mucho sabemos de Moisés, no obstante, quiero llevarlos a escudriñar algunos detalles antes de la gran misión que cumplió como caudillo de Israel. Su madre Jocabed era una mujer esclava, mas bien, su destino en la vida era humilde llevaba consigo una carga pesada. Como mujer de Dios le mostró a su hijo la insensatez y el pecado de la idolatría y desde muy temprana edad le enseno a postrarse y orar al Dios viviente, el único que podía oírle y ayudarle en toda emergencia. El niño fue creciendo dentro de la justicia y la verdad lejos de toda aquella influencia corruptora que se paseaba ante sus ojos.
El tiempo transcurría y su madre lo retuvo tanto tiempo como pudo, pero en un momento dado se vio obligada a entregarlo cuando tenia doce anos de edad. De una humilde cabaña fue trasladado al palacio real y la hija de Faraón lo prohijó, pero dentro de Moisés todavía quedada las impresiones que había recibido cuando niño. Aquí se encontró con un mundo nuevo, pero sus recuerdos lo ayudaron a enfrentarse al orgullo, incredulidad y vicios que arropaban la grandeza de aquella corte. Moisés recibió educación civil y militar en las escuelas de Egipto dentro de grandes atractivos personales y de gente cultivada siendo renombrado como jefe militar llegando a ser el orgullo de la nación.
Sin embargo, existían leyes en Egipto que estipulaban que todo los que ocupaban el trono de los Faraones eran posibles herederos y debían ser iniciados en los misterios de la religión nacional y Moisés era uno de ellos. Pero, aunque era muy buen estudiante y fue amenazado con la perdida de la corona no pudieron lavarle el cerebro para que adorara a sus dioses. Por otro lado se le advirtió que seria desheredado por la princesa si insistía en su apego a la fe hebrea, pero el permaneció inamovible en su determinación de no rendir homenaje a otro Dios que el Hacedor del cielo y de la tierra.
MOISES EN PERSPECTIVA
Si analizamos, Moisés estaba capacitado para destacarse entre los grandes de la tierra, para brillar en las cortes del reino mas glorioso y para empuñar el centro de su poder. Su grandeza intelectual lo paseaba entre los grandes de todas la edades y tenia bases historiador, poeta, filosofo, general y legislador. Con el mundo a su alcance, tuvo la fuerza moral para rehusar las halagüeñas perspectivas de riqueza, grandeza y fama. No obstante, Moisés había sido instruido tocante al galardón final que es dado a los humildes y obedientes siervos de Dios y en comparación con el cual la ganancia mundanal se hunda en su propia insignificancia.
El magnifico palacio de Faraón y el trono del monarca le fueron ofrecido a Moisés para seducirle, pero el sabia que los placeres pecaminosos que hacen a los hombres olvidarse de Dios imperaban en sus cortes sensoriales. Vio mas allá del esplendoroso palacio, mas allá de la corona de un monarca, los altos honores que se otorgaran a los santos del Altísimo en un reino que no tendrá mancha de pecado. “VIO POR LA FE UNA CORONA IMPERECEDORA QUE EL REY DEL CIELO COLOCARA EN LA FRENTE DEL VENCEDOR”
ED VAZZ
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