Mientras vayan leyendo este relato mediten de forma exhaustiva la gran lucha que tuvo Jesús en el huerto de Getsemaní. Este sabía que su final estaba cerca y en su interior parpadeaba el miedo, estaba afligido y muy angustiado. Era tarde, la espesura de la noche se pintaba en el cielo, un silencio pavoroso llenaba el jardín de Getsemaní. Su abatimiento cobraba vida, no obstante, Pedro, Santiago y Juan que debían velar se quedaron dormidos y la soledad de Jesús se hizo aun más inmensa.

A unos pasos mas adelante Jesús cayó postrado en tierra, se postró sobre su rostro, orando y replicó: “Padre mío, si es posible, pase de mi este cáliz, sin embargo, no se haga como yo quiero, sino como quieres tu”. Por su mente corría una película de lo que le ocurriría por la mañana, la vergüenza, el dolor y la crueldad de la crucifixión. Waooo, me imagino a Jesús, pensaba como podría soportar toda aquella maquinación.

El nunca había pecado y sería juzgado como pecador y castigado como tal. Imagínate amigo lector si te acusaran de algo que nunca hiciste y nunca pensaste hacer. De la misma manera se sintió Jesús aquella noche en la cual cargaría con nuestros pecados desde que Eva pecó por primera vez en el jardín del Edén. Cuando recogemos la esencia de este suceso encontramos que si Jesús hubiera renunciado aquella noche el resultado sería muy penoso. Si amigos, de haber sido así no habría esperanza, ninguna salvación y menos un cielo para nadie.

El sabía todo esto a ciencia cierta y por esta razón fue que en su oración replico: “No se haga como yo quiero, sino como quieres tu”. Indiscutiblemente su amor por nosotros fue probado hasta el límite por qué se mantuvo fiel a su propósito. En la segunda ocasión que Jesús fue a orar imploro a su padre diciendo: “Padre mío, si esto no se puede pasar sin que yo beba, hágase tu voluntad”. Jesús tomó un instante y fue a donde estaban los tres discípulos que aun dormían, les dejo y se prestó a su tercera invocación a su padre diciendo las mismas palabras.

Pero, ahora ocurriría un hecho más profundo en su persona, tanta fue la angustia y la insistencia de su oración que comenzó a sudar sangre de manera incontrolable. No era tanto el temor de morir que lo machacaba incesantemente sino la terrible encomienda de cargar con todos los pecados del mundo. En definitiva que en esa lucha Jesús permaneció fiel a Dios, en Getsemaní se inició su Pasión y a través de su plegaria obtuvo fortaleza para soportar las pruebas que había de padecer.

REFLEXIÓN:

Este relato nos puede ser de ayuda cuando sintámos que no queremos hacer lo que Dios nos dice que debemos de hacer y creamos que nosotros solos somos capaces de conseguirlo, nos ayudará a recordar que podemos acudir al trono de la gracia y hallar misericordia y gracia que nos ayuden en la hora de nuestra necesidad.
Muchas veces debemos de pasar las pruebas aunque de todo corazón no las queremos, no significa que Dios nos ha abandonado por el contrario El esta ahí en medio de la prueba para socorrernos; dice la palabra de Dios “No os ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser probados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la prueba la salida, para que podáis soportarla” (I Corintios 10:13), Dios nos va dar la forma de salir, de pasar esa prueba, pero las victorias empiezan en nuestro lugar de oración, la pregunta es ¿Tenemos un Getsemaní en nuestra vida a donde acudir para estar con el Padre en esas situaciones difíciles de nuestra vida?

Oración
Padre, puede que en este momento haya algun lector que este pasando ahora mismo por el huerto de Getsemaní y puede que otros ya hayan pasado por él. Padre, te pido que les abras los ojos y los corazones para que puedan comprender este mensaje, para que sean conscientes de que hay Uno que es el pastor de las ovejas, que ha resucitado de los muertos, y que va delante de nosotros para reunirse con nosotros. El es el Pastor en el que podemos confiar, al que podemos acudir en nuestra hora de angustia y hallar la fortaleza para hacer lo que no deseamos hacer y obedecer cuando preferiríamos hacer otra cosa. Enséles esto por medio de la práctica, te lo pedo en el nombre de Jesús, amen.

EDWIN KAKO VAZQUEZ
ESCRITOR E HISTORIADOR

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