Todos experimentamos adversidades, y las pruebas pueden sacudirnos si no nos aferramos a la verdad. Permítame que le hable de tres seguridades que podemos recordar en medio de la angustia.
Primero, Dios siempre atenderá nuestras necesidades. Nos bendecirá con todo lo que sea necesario para realizar su propósito en nuestras vidas. Su objetivo es santificarnos, no simplemente satisfacer nuestros deseos.
Segundo, nunca estamos solos. Dios prometió estar con nosotros siempre (He 13.5). La soledad es algo que, por lo general, acompaña a la adversidad, y por eso podemos sentirnos abandonados o rechazados por familiares y amigos. Pero nuestro Padre celestial ha enviado su Espíritu para que esté con nosotros y en nosotros, hasta el día que nos lleve al cielo (Jn 14.16, 17). Él es todo lo que necesitamos: Nuestro abogado, guía, ayudador y consolador.
Tercero, el amor de Dios es eterno. Su amor es incondicional, incluso cuando Él nos reprende. Los padres amorosos permiten que sus hijos desobedientes sufran las consecuencias de sus decisiones; reconocen la bendición de aprender de los errores. Por supuesto, hay veces cuando somos afectados negativamente por las malas acciones de los demás. Sin embargo, Dios es soberano y permite solo lo que será para bien en las vidas de sus seguidores.
En los tiempos de dificultad, podemos recordar que Dios está siempre con nosotros, y que nos ama por siempre. Aunque Jesús dijo que tendríamos aflicciones, también nos ofreció ánimo. No olvide que las pruebas son temporales, mientras que el amor de nuestro Padre celestial es eterno.
Charles Stanley -
www.MensajesAlentadores.com
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