MUJERES QUE SIRVEN A JESUS .......Lucas 8:1-3, Mujeres que sirven a Jesús
8:1 Aconteció después, que Jesús iba (una por una, FL) por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, -- Nuestro Señor Jesucristo vino al mundo para salvarnos y para efectuar esta gran salvación vino para morir en la cruz para expiar los pecados del mundo, pero en cuanto a sus actividades diarias durante su ministerio aquí en la tierra es importante enfatizar que el trabajo principal de Jesús era precisamente lo que se describe en este texto: predicar las buenas nuevas del reino de Dios. Esta es la segunda gira por Galilea. Luc. 4:43,44 describe la primera gira. “La oración describe al Salvador cómo recorría el país con objeto de ponerse en contacto lo más completamente posible con la gente, y se aseguraba especialmente de que ninguna ciudad o aldea fuese descuidada. Era como si él no quisiera dejar que ningún alma se quedara sin ser visitada por la luz de la salvación” (GRB).
Como Jesús recorría toda ciudad y toda aldea de Judea, después les dio a los apóstoles la orden de predicar el evangelio a todas las naciones, Mat. 28:19; Mar. 16:15; Luc. 24:47.
-- y los doce con él, -- Mar. 3:14, “Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, 15 y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios”. Compárese Hech. 16:1-3, Pablo encontró a Timoteo, un hermano fiel, en Listra y quiso que él le acompañara. Los apóstoles, Timoteo, Tito y otros fueron entrenados por Jesús y los apóstoles. No se establecieron escuelas para apóstoles y predicadores en el primer siglo. El plan bíblico para entrenar obreros se revela en 2 Timoteo 2:2.
En seguida vemos otro ejemplo de cómo Lucas enfatiza el papel de la mujer en el servicio de Jesús. En los primeros capítulos da informes amplios sobre Elisabet, la madre de Juan, y sobre María, la madre de Jesús. Lucas es el único autor que habla de Ana, la profetisa.
8:2 y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades:
-- María, que se llamaba Magdalena, -- El Nuevo Testamento habla de siete Marías. Esta se llamaba Magdalena porque era de Magdala (“Entonces, despedida la gente (después de alimentar a los cuatro mil), entró en la barca, y vino a la región de Magdala”, Mat. 15:39. Algunos han calumniado a María Magdalena, afirmando o insinuando que había sido una mujer mala (como salvada de siete vicios), pero el ser posesionada por espíritus malos no implicaba pecado en ningún sentido. El Nuevo Testamento se refiere a muchos casos de endemoniados, pero ni una sola vez afirma o implica que eso implicaba pecado. Los demonios tomaron posesión de la gente para atormentarles física y mentalmente pero no les hacía pecar. Entraron en ellos sin su permiso.
Esta es la primera mención de María Magdalena, pero otros textos hablan de ella:
-- Estuvo presente cuando Jesús fue crucificado: Mat. 27:55 “Estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole, 56 entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo”; Mar. 15:40, “También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé, 41 quienes, cuando él estaba en Galilea, le seguían y le servían; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén; Jn. 19:25, “Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena”.
-- Estuvo presente cuando Jesús fue sepultado: Mar. 15:47, “Y María Magdalena y María madre de José miraban dónde lo ponían”.
-- Estuvo entre los que prepararon especias para preparar el cuerpo de Jesús para ser sepultado: Mar. 16:1, “Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle”.
-- Jn. 20:1, “El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro. 2 Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto”.
-- Jesús “apareció primeramente a María Magdalena”: Mar.16:9 “Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios”.
-- Jn. 20:11-17, ella tenía una conversación muy interesante con Jesús.
-- Jn. 20:18, “Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas”.
-- Véase también Hech. 1:14.
-- de la que habían salido siete demonios, -- esta es la causa especial de su gratitud. Mar. 16:9, “Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios”. Mat. 12:45, “Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero”. Si un solo demonio podía causar mucha miseria, obviamente la posesión de siete demonios causaba miseria al grado máximo.
8:3 Juana, mujer de Chuza intendente (mayordomo, LBLA) de Herodes, -- Es mencionada otra vez en Luc. 24:10, “Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles”.
-- y Susana, -- de ella no se sabe más.
-- y otras muchas que le servían de sus bienes. – de lo que poseían, sus recursos, una ayuda muy práctica. Estas mujeres entendían el principio explicado por Pablo en 1 Cor. 9:11, “Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material?”
Jesús podía multiplicar panes y peces para la multitud, pero no hizo milagros para su propio beneficio. Estas mujeres mostraban de esta manera su gratitud a Jesús por haber echado fuera espíritus malos y por haberles sanado de sus enfermedades. En el capítulo 7:36-50 leemos de la mujer que mostró su gratitud y gran amor hacia Jesús por haberle perdonado. Cuando Jesús sanó a la suegra de Pedro, “ella se levantó, y les servía” (Mat. 8:14).
2 Cor. 8:9, “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos”. Mat. 8:19, “Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. 20 Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza”. En esto vemos otro indicio de la gran humildad de Jesús. Era dueño de todo pero aquí en la tierra vivió de la benevolencia de sus discípulos.
Los apóstoles habían tenido recursos antes de seguir a Jesús. Mateo era un cobrador de impuestos romanos; Pedro, Andrés, Jacobo y Juan eran pescadores. Pero habían dejado todo para seguir a Jesús (Mat. 19:27). Por eso todo el grupo dependía de la ayuda financiera aportada por este grupo de mujeres piadosas.
Estas mujeres no estaban organizadas en una “Sociedad Misionera Femenina” como supone A. T. Robertson. Las iglesias humanas creen que tienen que tener organizaciones para todos (“misioneros”, mujeres, jóvenes, etc.), pero este texto no sugiere ninguna clase de organización. Más bien un grupo de mujeres muy agradecidas “le servían de sus bienes”. Ahora los doce apóstoles acompañan a Jesús.
Otras mujeres piadosas y serviciales:
-- María de Betania. Unge a Jesús para su sepultura, Mat. 26:6-13; Mar. 14:3-9; Jn. 12:1-8.
-- Hech. 9:36, “Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, que traducido quiere decir, Dorcas. Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía. 39 le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas”.
-- Hech. 16:15, hablando de Lidia, “Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos”.
-- Rom. 16:1, “Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa (está al servicio) de la iglesia en Cencrea”. En este mismo capítulo Pablo se refiere a varias hermanas que servían: v. 3, Priscila: con su marido Aquila enseñaron a Apolos, Hech. 18:26; una iglesia se reunía en su casa; v. 6, María, “la cual ha trabajado mucho entre vosotros”; v. 12, “Trifena y a Trifosa, las cuales trabajan en el Señor… la amada Pérsida, la cual ha trabajado mucho en el Señor”.
-- Fil. 4:3, “ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida”.son de las personas más grandes en el reino según Mat. 20:26, “el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 27 y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; 28 como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”.
Tales mujeres son las que verdaderamente “profesan piedad”. 1 Tim. 2:9, 10, “Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, 10 sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad” (véase también 1 Ped. 3:1-4).
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