Hoy me ha vuelto a llamar.
Estaba llorando. Me ha pedido una segunda oportunidad.
Una segunda oportunidad… Sería mejor decir «otra» segunda
oportunidad. Hace mucho tiempo que perdí la cuenta de las oportunidades
que le he dado.
Hoy me ha vuelto a llamar, y la verdad es que ha conseguido
enternecerme. ¿Será esta la definitiva?, ¿puedo fiarme de él?, ¿de
verdad va a cambiar?...
No sé qué hacer. Ya no sé qué hacer.
Hoy, me ha vuelto a llamar. Su voz estaba quebrada, parecía
totalmente arrepentido. Pero su voz ha sonado tantas veces arrepentida…
No sé si puedo confiar de nuevo en él.
Hoy me ha vuelto a llamar. Sollozaba, se daba golpes en el pecho.
Imploraba mi perdón. «Perdóname», me decía. «No lo volveré a hacer». Si
me hubiesen dado una moneda cada vez que me ha dicho eso, ahora no
tendría donde meterlas.
"No lo volveré a hacer", me ha dicho; me lo ha repetido hasta la
saciedad. ¿Cuántas veces me ha prometido eso mismo? Tantas como veces lo
ha incumplido. ¿Cuántas veces quedamos y no vino? ¿Cuántas volvió a
decir eso que tanto me molesta? ¿Cuántas le pille haciendo eso que sabe
que no puedo soportar? ¿Cuántas?
Pero hoy me ha vuelto a llamar. Esta vez no ha tardado mucho en
hacerlo. Cada vez que pasa me duele un poco más. Cuando pienso que ya
está todo solucionado, pasa de nuevo; y siempre, siempre, llama y me
pide una segunda oportunidad.
¿Qué debo hacer? No sé qué hacer. No sé si se lo merece.
Cuando él se ofende, creyendo llevar la razón en algo, nunca está
dispuesto a darme una segunda oportunidad; y yo, sin embargo, no paro de
concedérselas.
Quizás se haya agotado mi paciencia, puede que decida romper nuestra
relación, quizás ha llegado la hora de no dar ninguna otra segunda
oportunidad.
Hoy he tomado una decisión. Hoy le he llamado.
"Me has herido, defraudado y dañado una y otra vez", le he dicho.
"No has tenido en cuenta mis sentimientos y ni siquiera te han
importado. Y me pides una segunda oportunidad, otra segunda
oportunidad."
Hoy le he contestado. Estaba expectante, casi no respiraba. Le he
mirado a los ojos, le he sonreído y dándole mi mejor abrazo le he
susurrado al oído:
"Estás perdonado; aunque no te lo merezcas, tienes otra segunda
oportunidad."
Me ha mirado, se ha puesto a llorar y sintiéndose perdonado me ha dicho
esas palabras que, expresadas de una forma u otra, son las que hacen que
quiera perdonarle; son esas palabras que me hacen de nuevo creer en él y
querer seguir luchando por nuestra relación. Quién sabe, puede que esta
vez sea la definitiva.
Con la voz rota, en apenas un murmullo, me ha dicho:
"Te doy gracias, Señor, porque no has hecho conmigo conforme a lo
que me merezco. Te doy gracias, Señor, por el perdón que me das; ayúdame
a ser cada día más digno de tu amor y de tu confianza. No quiero
defraudarte más, nunca más, Señor. Ayúdame… Te lo suplico en el nombre
de tu Hijo Amado. Amén."
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