Había una vez un viudo que vivía con sus dos hijitas. Las niñas hacían
preguntas que el padre no sabía responder. Deseoso de darles la mejor
educación, las envió a casa de un sabio, que sabía todas las respuestas.

Las niñas inventaron una pregunta que el sabio no sabría responder. Una
capturó una linda mariposa azul para engañarlo. La escondería en sus
manos y le preguntaría si estaba viva o muerta. Si decía que muerta,
abriría sus manos y la dejaría volar. Si decía que viva, la apretaría y
la aplastaría. En todo caso, sería una respuesta equivocada.

Así lo hicieron. El sabio sonrió y respondió:

“Depende de ti. Ella está en tus manos.”

Así es nuestra vida, nuestro presente y nuestro futuro. No debes culpar a
nadie
cuando algo falle: nosotros somos los responsables por lo que
conquistamos o no conquistamos. Nos toca a nosotros escoger que hacer
con la mariposa azul que llevamos en nuestros corazones.

* * * * * *

Anoche tuve un sueño extraño. Habían abierto una tienda nueva llamada “Regalos de Dios”.
Un ángel del Señor atendía los clientes. Pregunté qué vendía, y me dijo:

“Ofrezco cualquier don de Dios.”

Interesado por los precios, me dijo que los dones de Dios son gratuitos.
Había ánforas de amor, frascos de fe, bultos de esperanza, cajas de salvación y muchas cosas más. Yo las quería todas.

“Dame por favor bastante amor a Dios; dame perdón de Dios; un bulto de esperanza, un frasco de fe y una caja de salvación.”

Vi que el ángel, de todo ese gran pedido mío, había hecho un sólo paquetito, y ahí lo tenía sobre el mostrador, tan pequeño como el tamaño de mi corazón.

“¿Será posible? ¿Eso es todo?”

El ángel me explicó:

“Es todo. Dios nunca da frutos maduros. Él sólo da pequeñas semillitas, que cada quien debe cultivar.”


* * * * * *

“Vivir es caminar. Moverse, seguir adelante, abrir camino y otear horizontes.
Quedarse quieto no es vivir; es pasividad, inercia y muerte. Y correr
tampoco es vivir; es atropellar acontecimientos sin tiempo para saber lo
que son.

El caminar mantiene mis pies en contacto con la tierra, mis ojos abiertos al vivo paisaje, mis pulmones llenos de aire nuevo a
cada paso, mi piel alerta al saludo del viento. A cada instante estoy
del todo donde estoy, y del todo moviéndome
al instante siguiente en el flujo constante que es la vida. Caminar es
el deporte más agradable en la vida, porque vivir es la cosa más
agradable del mundo.

Y mi caminar es caminar contigo, Señor; a tu lado, en tu presencia y a tu paso. Caminar en la presencia del Señor:
eso es lo que quiero que sea mi vida. El lujo exquisito del paso
reposado, la tradición perdida de andar por andar, la compañía
silenciosa, la común dirección, la meta final. Caminar contigo. De la
mano, paso a paso, día a día. Sabiendo siempre que tú estás a mi lado,
que caminas conmigo, que disfrutas mi vida conmigo. Y cuando pienso y
veo que tú disfrutas mi vida conmigo, ¿cómo no la voy a disfrutar yo
mismo?” «Me has salvado de la muerte, para que camine en tu presencia a
la luz de la vida».

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