Existen momentos cruciales donde tenemos que convertirnos en seres perdonadores. Muchos de nosotros debemos de entender que necesitamos perdonar y no seguir arrastrando resentimientos para toda la vida. La expedición del hacia el perdón comienza cuando verdaderamente comprendemos que ese rencor está arruinando nuestra vida y que necesitamos pedirle ayuda a Dios.
Cuando no llega el perdón hay un conflicto interno que se intercala dentro de nuestros sentimientos poniendo freno a toda posible solución. Damos un paso hacia la gracia del perdón al otorgarle al ofensor el regalo del amor ágape y liberarlo de ese juicio de ahí en adelante. Es importante y muy profundo en hallar un lente nuevo para ver a esa persona que nos ofendió.
Dentro de la visión correspondiente tenemos que darnos cuenta que quien nos ofende son seres humanos heridos, limitados en lucha, como nosotros mismos. En definitiva con el perdón comienza un don de una vía como le don inmerecido que Dios nos da, ya sea reciproco o no.
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