Salomón reinó unos cuarenta años y fue un rey pacífico, las dificultades que le surgieron con los pueblos vecinos las resolvió fácilmente y con mucha diplomacia. El Señor le dio un corazón recto y justo y una inteligencia sin igual, fue hábil en sus negocios y logró hacerse de grandes riquezas que luego las empleó en la construcción del templo de Jerusalén. Su fama se extendió por todo el mundo, reyes, sabios, príncipes y poderosos venían a visitarle porque estaban admirados de su gran sabiduría.

La reina de Saba en persona vino a verlo trayendo consigo numerosas riquezas para regalársela. La reina quedó tan encantada al oír las sabias respuestas que había dado a las difíciles preguntas que le hizo, que no pudo menos de exclamar “ -Verdad es lo que oí referente a tu opulencia y sabiduría, antes no lo creía pero ahora compruebo que es una realidad cuanto he oído...”

Salomón escribió libros hermosos que forman parte de la Biblia, se le conoce con el nombre de Proverbios, El Cantar de los Cantares, el Eclesiastés y la Sabiduría. Pero Salomón en sus últimos años en parte debido a oss lujos que le rodeaban y en parte también por haber tomado consigo algunas mujeres paganas que adoraban dioses falsos, cayó en idolatría. Para no disgustar a sus amigos que le rodeaban mando a construir varios templos en honor de ídolos, por lo cual el Señor le dijo enojado “-Por haber hecho esto y no haber guardado mi pacto y los Mandamientos que te di, dividiré el reino y lo daré a un siervo tuyo. Más no lo hare en tus días por amor a David, tu padre, lo dividiré en el reinado de tu hijo y a él le dejare las dos tribus.”
Desde este momento empezaron a levantarse contra Salomón multitud de enemigos, siendo Jeroboán el más peligroso, un capitán del ejército de Salomón.

En una ocasión salió al encuentro de Jeroboán el profeta llamado Abías, el cual, tomando la capa nueva que llevaba la rompió en doce pedazos replicando “-Toma para ti diez pedazos porque esto dice Jehová, el Dios de Israel, he aquí que yo voy a dividir el reino de Salomón y te daré diez tribus porque me abandonó adorando a los ídolos”

Salomón, al fin de su reinado fue mal visto por el pueblo por que impuso tributos muy altos para sostener el lujo y los gastos de la casa real. Así terminó el rey Salomón sus días, odiado y perseguido porqué los años de opulencia le admiraban y aplaudían.

Amigo y hermano que lees debes tener muy claro que las riquezas, los triunfos y la ambición encierran un peligro muy grande, estos te llevan al olvido de Dios. Por eso Jesucristo replicó aquellas palabras terribles “-¡Ay de los ricos!...”, no es extraño, porque Salomón a pesar de los grandes favores que había recibido de Dios, pecó gravemente al final de su vida, permitiendo la idolatría. El gran error de Salomón fue olvidar que el destino de Israel no era convertirse en una nación poderosa y rica, sino conservar su misión religiosa. Salomon no aumentó las conquistas de territorios realizadas por su padre David, pero organizó un gran Estado con un fuerte ejercito equipado con carros de combates. Construyó una flota mercante y una capital suntuosa donde sobresalían el gran Templo y el palacio real.

El Templo de Jerusalén fue edificado por Salomón en el monte Moria en forma de Tabernáculo. El edificio central o Santuario media 30m de largo y 10 de ancho. Se usaron en la construcción gran cantidad de mármol fino y madera de cedro con revestimiento de oro. Las puertas del templo eran de ciprés con chapas de oro, todos los objetos sagrados, altar del incienso, mesa de la proposición, candelabros eran de oro puro. Para levantar el templo trabajaban en el Líbano 10.000 trabajadores, 70.000 llevaban los materiales, 80.000 tallaban las piedras y 3.300 dirigían las obras, ocho años duro la construcción.

Antes de Salomón las figuras de Abel, Noe, Isacc, José, Jacob, Job Moisés y David nos presentan al Señor más bien padeciendo, luchando, en Salomón se nos presenta, más bien en el triunfo y en su gloria. Salomón levantó un majestuoso templo sobre el monte Moria y Jesucristo levantó la Iglesia sobre la roca de Pedro. Salomón estaba sentado en su trono y reinaba muchos pueblos pero, Cristo reina sobre las naciones y sobre los ejércitos celestiales.

EDWIN KAKO VAZQUEZ
ESCRITOR E HISTORIADOR
CRISTIANO

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