“Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron. Mas él les dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde le pusieron”.
Cuando todo parecía acabado, con un Jesús crucificado, muerto y sepultado, con unos fariseos y escribas felices de haber completado su propósito vil, con un Satanás saltando de alegría porque pensaba que había matado al Hijo de Dios, aun faltaba algo.
Las palabras de Jesús al decirles a sus discípulos que al tercer día resucitaría habían de cumplirse.
Es que Dios es un Experto en casos únicos, pues tiene un estilo propio de actuar, pues cuando las cosas parecen acabadas, siempre nos sorprende con algo y en esta ocasión no iba a ser la excepción.
Jesús resucita exactamente en la fecha que le había dicho a sus discípulos, con su resurrección se estaba venciendo a la muerte, ¿Imagínate la cara de Satanás al ver que sus planes no salieron como lo esperaba?
Jesús estaba venciendo a la muerte, resucitando para nunca más morir. Con su resurrección estaba dando paso a una vida eterna preparada para todos aquellos que vinieran a El: “Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.” 1 Corintios 15:21, 22.
La Victoria que Cristo nos dio se encuentra en su Resurrección, el apóstol Pedro lo declara en una de sus cartas: “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.” 1 Pedro 1:3-6.
Amados hermanos, que lindo es saber y tener la convicción firme de que su resurrección trajo a nuestra vida una salvación eterna, cuan agradecidos deberíamos estar cada día de nuestra existencia con Dios por su hermosa obra para con nosotros, que aun siendo pecadores, Cristo murió y resucito para darnos vida eterna.
No hay palabras existentes para querer agradecer TODO lo que Jesús ha hecho por nosotros, pero mas allá de las palabras podemos demostrar ese agradecimiento viviendo una vida santa y ordenada para gloria de El.
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