Desde los confines de la tierra te invoco, cuando mi corazón desmaya. Condúceme a la roca que es más alta que yo.
Porque tú has sido refugio para mí, torre fuerte frente al enemigo.
Que more yo en tu tienda para siempre; y me abrigue en el refugio de tus alas.
Salmos 61:2-4.
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