Me gustaría discutir este tema para apoyar a los hermanos con mayor conocimiento sobre nuestro Padre Eterno y sobre Su voluntad para nosotros.

Vistas: 509

Responde a esto

Respuestas a esta discusión

ho si que santo es apartado. entonces si me caso y luego me aparto de mi mujer entonces soy santo.

o sino tambien de repento me aparto de la casa de mi amigo entonces tambien soy santo.

o si tambien Diios es santo. pue pues es que Dios anda apartandose y no se de que para que sea santo.

esto se creen que son cristianos pero en si lo que son son doctrianas las que la Biblia dice son artimañas del error.

santo  mi estimado Arturo es pureza, la misma que la Biblia dice que a los que santificó a estos mismo los perfecciono. y no como algunos tuercen los caminos de la Biblia aun sustentando con textos

como si la Buiblia dijera. que a los que apartó a estos mismo los presfecciono.

que mal.

son emizarios del error que arratran traz si a los incautos y novatos.

ser SANTO es llevar la SANTIDAD en uno como templo del ESPIRITU SANTO DIOS ES SANTO y debemos ser SANTOS COMO DIOS sin SANTIDAD nadie vera a DIOS nacer en EL ESPIRITU SANTO debemos ser guiados por EL para ser HIJOS DE EL JESUS seremos el lugar SANTISIMO por eso el velo del templo se razgo y tenemos acceso a EL SU SACRIFICIO nos lo permite y la FE nos lo entrega las escrituras dan testimonio de EL VIVO Y VERDADERO Y SU PODER ES MANIFIESTO EN EL al que cree todo es posible bendiciones luis

“Santo, santo, santo es Jehová”
LA ESCENA que Isaías tuvo ante sí —una visión procedente de Dios— era tan real que lo llenó de temor reverente. Más tarde escribió que había “consegu[ido] ver a Jehová” en su trono excelso, y que los vuelos de su manto llenaban el gran templo de Jerusalén (Isaías 6:1, 2).
2 También lo sobrecogieron los sonidos: un canto tan poderoso que sacudía el santuario hasta los cimientos, y cuyos intérpretes eran serafines, criaturas espirituales de muy alto rango. Sus voces, llenas de fuerza, armonía y majestad, cantaban: “Santo, santo, santo es Jehová de los ejércitos. La plenitud de toda la tierra es su gloria” (Isaías 6:3, 4). Aquellas criaturas dieron particular énfasis al calificativo santo al pronunciarlo tres veces; e hicieron bien, porque Jehová lo es en sumo grado (Revelación [Apocalipsis] 4:8). Por toda la Biblia se destaca su santidad, como muestran cientos de versículos que enlazan su nombre con las palabras santo y santidad.
3 Así pues, la santidad es un rasgo primordial del carácter de Jehová que él desea que conozcamos. No obstante, esta idea suscita rechazo en muchas personas. En algunas, porque caen en el error de relacionar dicha cualidad con el fariseísmo o con la falsa piedad; en otras, porque carecen de amor propio, y el hecho de que Dios sea santo tal vez les resulte más intimidante que atrayente, de modo que opinan que nunca serán dignas de acercarse a él. Por estos motivos muchos se alejan de Jehová, lo cual constituye un error lamentable, pues esta virtud divina es una razón de peso para acudir a él. ¿Por qué? Antes de responder, analicemos en qué consiste la verdadera santidad.

¿Qué es la santidad?
4 La santidad de Dios no implica engreimiento, altivez ni desdén, actitudes que él de hecho detesta (Proverbios 16:5; Santiago 4:6). Entonces, ¿qué significa ser “santo”? El término bíblico hebreo se deriva de un verbo que significa “separar”, y se emplea en contextos religiosos para todo lo que se aparta del uso común y se considera sagrado. El sustantivo santidad también transmite claramente las nociones de limpieza y pureza. ¿Cómo le aplica este vocablo a Jehová? ¿Indica que esté “separado”, y por lo tanto muy lejos, de los seres humanos imperfectos?
5 De ningún modo, pues Jehová dijo que él, “el Santo de Israel”, moraba “en medio de” su pueblo, aunque lo integraran personas pecadoras (Isaías 12:6; Oseas 11:9). De modo que la santidad no lo convierte en un ser distante. ¿En qué sentidos está “separado”, entonces? En dos aspectos esenciales. Primero, se distingue de toda la creación porque él, y nadie más, es el Altísimo y posee pureza y limpieza a un grado absoluto e infinito (Salmo 40:5; 83:18). Segundo, se halla aparte de todo lo pecaminoso, lo cual constituye una característica reconfortante. ¿Por qué?
6 Vivimos en un mundo donde escasea la verdadera santidad. Todos los elementos de la humanidad alejada de Dios están contaminados de una forma u otra, manchados por el pecado y la imperfección. Cada persona tiene que combatir el pecado que alberga en su interior y, por tanto, corre peligro de dejar que este la domine si baja la guardia (Romanos 7:15-25; 1 Corintios 10:12). Pero no es así con Jehová, quien está separado por completo del pecado, por lo que jamás sufrirá la más mínima contaminación. Esta realidad lo hace merecedor de total confianza y, en consecuencia, nos confirma que es el Padre ideal. A diferencia de muchos padres pecadores, nunca incurrirá en actos corruptos, disolutos o abusivos, dado que se lo impide la santidad. De hecho, a veces ha llegado a jurar por esta cualidad, ya que no hay nada más fiable (Amós 4:2). ¿Verdad que resulta tranquilizador?
7 La santidad es una cualidad propia de la naturaleza de Jehová. ¿Qué significa esta afirmación? Para ilustrarlo, pensemos en los vocablos hombre e imperfecto. No podemos describir el primero sin evocar el segundo, dado que la imperfección impregna todo nuestro ser e influye en cuanto hacemos. Ahora fijémonos en dos vocablos muy diferentes: Jehová y santo. La santidad es una cualidad intrínseca de Dios, quien es limpio, puro y recto en todo sentido. Así pues, resulta imposible conocerlo tal y como es sin comprender cabalmente el profundo significado de la palabra santo.

“La santidad pertenece a Jehová”
8 Puesto que Jehová personifica la santidad, podemos decir con acierto que es su fuente. En vez de acapararla, la imparte con generosidad. Por ejemplo, cuando se comunicó con Moisés mediante un ángel en la zarza ardiente, hasta el suelo se santificó al haber estado vinculado al Todopoderoso (Éxodo 3:5).
9 Con la ayuda de Jehová, ¿pueden ser santos los seres humanos imperfectos? Sí, pero en sentido relativo. Dios puso ante su pueblo Israel la perspectiva de convertirse en “nación santa” (Éxodo 19:6). Lo bendijo con un sistema de adoración santo, limpio y puro. De ahí que la santidad sea un tema recurrente en la Ley mosaica. De hecho, todo el pueblo podía ver la reluciente lámina de oro que ostentaba el turbante del sumo sacerdote. En ella aparecía inscrito: “La santidad pertenece a Jehová” (Éxodo 28:36). Así pues, la adoración y la vida de los israelitas debían distinguirse por un elevado nivel de limpieza y pureza. Se les dijo: “Deben resultar santos, porque yo Jehová su Dios soy santo” (Levítico 19:2). Y lo serían, en sentido relativo, en tanto se rigieran por las enseñanzas divinas al grado que se lo permitiera la imperfección.
10 Hay un marcado contraste entre la importancia que recibía la santidad en Israel y el culto pagano de las naciones vecinas, que veneraban dioses totalmente imaginarios, a quienes atribuían un carácter violento, codicioso y promiscuo. Sin duda, eran deidades impuras en todo sentido, y su adoración hacía inmundos a los participantes. Por esta razón, Jehová exhortó a sus siervos a mantenerse separados de los paganos y de sus sucias prácticas religiosas (Levítico 18:24-28; 1 Reyes 11:1, 2).
11 Aun en sus mejores momentos, el pueblo escogido solo pudo ofrecer un pálido reflejo de la santidad de la organización celestial de Jehová, integrada por millones de criaturas espirituales que le sirven con lealtad y a quienes la Biblia denomina sus “santas miríadas” (Deuteronomio 33:2; Judas 14). Tales ángeles reflejan a la perfección la radiante y pura belleza de la santidad divina. Y no olvidemos a los serafines de la visión de Isaías, poderosos espíritus cuya canción denota que desempeñan un importante papel en la proclamación universal de la santidad de Jehová. Pero existe una criatura celestial que los sobrepasa a todos: Jesús, el Hijo unigénito de Jehová, que refleja como nadie Su santidad, por lo que merece la designación “el Santo de Dios” (Juan 6:68, 69).

La santidad de su nombre y de su espíritu
12 ¿Qué puede decirse del nombre divino? Como vimos en el primer capítulo, no es un mero título o etiqueta, sino que representa a Dios con todas sus cualidades. Por tanto, las Escrituras indican que su “nombre es santo” (Isaías 57:15). Y la Ley mosaica estipulaba la pena capital para quien lo profanase (Levítico 24:16). Observe además a qué concedió Jesús la máxima importancia en la oración: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (Mateo 6:9). Santificar significa apartar o reservar algo con fines sagrados, hacerlo santo. Ahora bien, ¿por qué es preciso santificar algo tan puro en sí mismo como el nombre divino?
13 La razón es que se ha atacado, mancillado y calumniado ese santo nombre. En Edén, Satanás lanzó falsas acusaciones contra Jehová e insinuó que es un Soberano injusto (Génesis 3:1-5). Desde ese momento, el Diablo, el gobernante de este mundo impuro, se aseguró de esparcir a los cuatro vientos tales mentiras (Juan 8:44; 12:31; Revelación 12:9). Muchas religiones dan a entender que Dios es arbitrario, distante y cruel, y que respalda sus guerras sanguinarias. Por si fuera poco, a menudo se atribuyen las maravillosas creaciones de Jehová al azar ciego de la evolución. En efecto, se ha difamado con saña el nombre divino, por lo que es preciso santificarlo y devolverle su legítima gloria. De ahí que anhelemos la santificación de dicho nombre y la vindicación de la soberanía de Dios, y que deseemos contribuir cuanto podamos a tan glorioso propósito.
14 Hay algo más que guarda estrecha relación con Jehová y que casi siempre se califica de santo: su espíritu, la irresistible fuerza activa que utiliza para llevar a cabo sus designios (Génesis 1:2). Dado que todas las acciones de Dios son santas, puras y limpias, tal fuerza se denomina con justicia espíritu santo o espíritu de la santidad (Lucas 11:13; Romanos 1:4). Blasfemar contra dicho espíritu, lo que implica oposición deliberada a los propósitos divinos, es un pecado imperdonable (Marcos 3:29).

Por qué nos atrae a Jehová su santidad
15 Así pues, es fácil entender por qué relaciona la Biblia la santidad divina con el temor piadoso del ser humano. Por ejemplo, Salmo 99:3 dice: “Elogien ellos tu nombre. Grande e inspirador de temor, santo es”. No se trata de miedo malsano, sino de profunda devoción, de respeto que ennoblece en grado sumo a quien lo siente. Es apropiado, ya que la santidad de Dios —radiante, pura y gloriosa— está muy por encima de nosotros. Con todo, tener un criterio adecuado acerca de esta cualidad de Jehová no nos alejará, sino más bien, nos acercará a él. ¿Por qué?
16 En primer lugar, las Escrituras relacionan lo santo con lo bello. Así, Isaías 63:15 señala que el cielo es la “excelsa morada de santidad y hermosura” de Dios. La belleza nos atrae. Observe, por ejemplo, la lámina de la página 33. ¿No le llama la atención? ¿En qué reside su encanto? Fíjese en lo pura que parece el agua. Hasta el aire debe de estar limpio, porque el cielo es azul y se ven como destellos de luz. Ahora bien, si se modificara el paisaje, de modo que el arroyo estuviera lleno de basura, los árboles y las piedras pintarrajeados y el aire viciado, dejaría de atraernos y, de hecho, nos repelería. En efecto, de forma natural asociamos la belleza con la limpieza, la pureza y la luz, palabras que suelen utilizarse al hablar de la santidad de Jehová. No es de extrañar que nos cautiven las descripciones de nuestro santo Dios que ofrecen las visiones, donde irradia luz o resplandece como el fuego, las gemas o los metales preciosos más relucientes y puros, destacándose así la inmensa belleza y santidad del Creador (Ezequiel 1:25-28; Revelación 4:2, 3).
17 Entonces, ¿debería la santidad de Dios hacernos sentir inferiores? Por supuesto, contestamos que lo somos, y con una diferencia abismal. Pero ¿es este hecho motivo para alejarnos de él? Observemos cómo reaccionó Isaías ante la proclamación de la santidad del Todopoderoso que hacían los serafines: “Procedí a decir: ‘¡Ay de mí! ¡Pues puedo darme como reducido a silencio, porque hombre inmundo de labios soy, y en medio de un pueblo inmundo de labios moro; pues mis ojos han visto al mismo Rey, Jehová de los ejércitos!’” (Isaías 6:5). Así es, Su infinita santidad le recordó al fiel profeta lo pecador e imperfecto que era. En un principio sintió desolación, pero el Altísimo no lo dejó en ese estado.
18 Un serafín consoló a Isaías en el acto. ¿Cómo? El poderoso espíritu voló hasta el altar, tomó de allí una brasa y le tocó con ella los labios. Aunque parezca más doloroso que reconfortante, recuerde que era una visión llena de simbolismos. Aquel judío fiel sabía que todos los días se ofrecían sacrificios en el altar del templo para expiar los pecados. De modo que el serafín le recordó bondadosamente a Isaías que pese a ser imperfecto, “inmundo de labios”, podía tener una condición pura ante Jehová, quien estaba dispuesto a considerar santo, al menos en sentido relativo, a un hombre sujeto a la imperfección y el pecado (Isaías 6:6, 7).
19 Lo mismo sucede hoy. Las ofrendas realizadas en el altar de Jerusalén fueron meras sombras de algo mayor: el sacrificio perfecto de Jesucristo en el año 33 E.C. (Hebreos 9:11-14.) Recibimos el perdón de los pecados si nos arrepentimos con sinceridad, nos enmendamos y ciframos fe en dicho sacrificio (1 Juan 2:2). Así pues, nosotros también podemos tener una condición pura ante Dios. De ahí que el apóstol Pedro nos recuerde: “Está escrito: ‘Tienen que ser santos, porque yo soy santo’” (1 Pedro 1:16). Observe que Jehová no dijo que debíamos ser tan santos como él. Nunca nos pide imposibles (Salmo 103:13, 14). Nos dice, más bien, que seamos santos porque él lo es. “Como hijos amados”, tratamos de imitarlo lo mejor que nos permite la imperfección (Efesios 5:1). La santificación es un proceso constante. Al ir creciendo nuestra espiritualidad, tratamos día a día de seguir “perfeccionando la santidad” (2 Corintios 7:1).
20 Jehová ama la rectitud y la pureza, pero odia el pecado (Habacuc 1:13). Sin embargo, no nos odia a nosotros. Nos perdona siempre que mantengamos su criterio sobre el pecado —es decir, mientras aborrezcamos el mal y amemos el bien— y luchemos por seguir los pasos perfectos de Cristo (Amós 5:15; 1 Pedro 2:21). Saber que podemos estar limpios a los ojos del Dios santo tiene un profundo efecto en nosotros. Tengamos presente que, al principio, la santidad divina le recordó a Isaías su propia impureza, por lo que exclamó: “¡Ay de mí!”. Pero al comprender que sus pecados habían sido expiados, cambió de actitud. Así, cuando Jehová solicitó un voluntario, el profeta, aun sin saber en qué consistiría la misión, respondió al instante: “¡Aquí estoy yo! Envíame a mí” (Isaías 6:5-8).
21 Estamos hechos a la imagen del Dios santo, quien nos ha dotado de cualidades morales y facultades espirituales (Génesis 1:26). Efectivamente, tenemos la capacidad de cultivar la santidad. Si seguimos haciéndolo, Jehová se complacerá en ayudarnos y, mientras tanto, nos acercaremos cada vez más a él. Cuando estudiemos sus cualidades en los siguientes capítulos, veremos que existen muchas razones de peso para acercarnos a Dios.

entonces segun tu parecer cristo no es santo.

pues si deices que "4 La santidad de Dios no implica engreimiento, altivez ni desdén,"

que crees que Jesús dijo al decir HIPOCRITA. acaso no sabes que esto es mucho mas que desdén.

asi pues con tu falsa postura de amor varato condenas al Propio Hijo de Dios.

y por esta insolencia lo pagaras muy caro en el infierno.

En realidad la palabra "santo" es de procedencia pagana y de adoración a deidades que no agradan al Señor. La palabra más correcta para sustituir a santo sería Kadosh, y su significado es apartar del uso común. De ello viene el término ruaj hakodesh que significa espíritu santo. 

otro que se cree creador de idiomas.

es decir que cuando la Biblia dice Santo Santo Santo es el Señor, en realidad estan diciendo santo de procedencia pagana.

que bestia decir a Dios que si se viste de Santidad estan diciendo de santo de procedencia pagana.

mas bien lo tuyo es satánico. pues muestrame que en el diccionario de la Real Academia Española RAE  el significado de Kadosh

si pues hay que darle duro a la palabra santo para que esta no signifique lo que es en si Santo ya de por si.

con mucha razón Cristo le dijo aquella epoca "Generacion de viboras" y eso es lo que son.

Un respeto Alfredo, para tu información el tanaj (el que llamáis antiguo testamento) se escribió en Hebreo, y como muchas traducciones dejan mucho que desear por eso corrijo. Y te recomiendo que estudies la historia del emperador romano Constantino el grande, quien oficializó el cristianismo y lo sincretizó con el paganismo. El Mashiaj no hablaba español, ni siquiera existía por entonces, era judío y hablaba Hebreo. 

Como bien sabrás la navidad ya se celebraba miles de años antes de nacer el Mesías, el solsticio de invierno 25 de diciembre cuando los días se empiezan a alagar, fue para el imperio romano y sus saturnales celebradas del 17 al 24 de diciembre, el nacimiento del Dios sol (sol invictus mitra).

El verdadero nacimiento del Mashiaj fue en las fiestas de los tabernáculos en Sucot. La navidad es una fiesta pagana Anti bíblica. Todas las fiestas bíblicas se encuentran en Vayikra- Levítico 23, y son modelo de lo que se cumplió en el Mashiaj; en navidad solo se cumple el paganismo y la teología del remplazo.

La última cena tan famosa y celebrada en los cultos de los domingos, consta de cuatro copas y no una. Al Mashiaj lo apresaron en Jerusalén porque el y sus discípulos iban como todo buen judío a celebrar las fiestas de pesaj al templo. Las fiestas de Pesaj o pascua judía conmemoran la salida del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto. Por lo tanto, en la última cena habían cuatro copas en celebración de Pesaj.

El cristianismo universal solo se quedó con una de las copas de esa celebración y desechó las otras tres. La semana santa cristiana no coincide con la fiesta de Pesaj Judía que es la verdadera pascua donde fue apresado el Mashiaj. Esto lo hizo intencionadamente el imperio pagano romano que adoptó el cristianismo, por el odio que sentía hacia los Judíos.

Año 66 revuelta Judía y expulsión de tropas auxiliares romanas.

Año 70 Tito y sus legiones destruyen el segundo templo y solo dejan en pie el muro de las lamentaciones.

Año 135 se vuelve a dar otra revuelta Judía y el emperador Hadriano expulsa brutalmente a las judíos y comienza la diáspora de estos, y se crea un nuevo estado llamado Palestina. Esta diáspora dura hasta que el imperio británico abandona Palestina el 15 de Mayo de 1948, y ya para entonces (años 20 siglo XX) ya había comenzado el conflicto Palestino Israelí.

Con la información que te he dado debes reconocer que la única víbora que ha habido aquí a sido tu comportamiento agresivo al contestar.

Muchas bendiciones y shavua tov= feliz semana.

PD: Recuerda que el tanaj (lo que llamas antiguo testamento) estaba mucho antes que el cristianismo y se escribió en arameo y hebreo, y que el propio Mashiaj era hebreo, no hablaba español. Las escrituras fueron escritas en el idioma hebreo.

...Alfredo, también me gustaría informarte que referente al original la reina valera tiene miles de errores de traducción. Creo que es un dato que también deberías tener en cuenta. Eso te lo puedo decir cualquier persona experta en las escrituras y hasta gente conocedora del tema dentro de las iglesias evangélicas te lo puede confirmar.

RSS





© 2024   Creada por Luis Bravo.   Con tecnología de

Insignias  |  Informar un problema  |  Términos de servicio