¿Recuerdan la historia de los tres jóvenes que hicieron un cometido así? Vivían en Babilonia, donde la gente no seguía al Señor. Esos jóvenes, Sadrac, Mesac y Abed-nego fueron testigos de Dios haciendo peligrar sus vidas. Vivían bajo el reinado del rey Nabucodonosor y se había decretado que cierto día en cuanto comenzase el son de la música, todos los del reino debían postrarse y adorar la estatua de oro de unos veintisiete metros de altura y de forma humana que representaba al rey. El que se negara a hacerlo sería echado en un horno de fuego ardiendo. Debe de haber habido miles de personas en Babilonia aquel día para la celebración de la dedicación de aquel espectacular ídolo de oro. Ser Testigo
Evangelismo es el estudio de cómo testificar eficazmente y compartir el evangelio con audacia. Considera los elementos básicos del plan de salvación y su presentación con claridad. Enseña como superar la resistencia de diferentes tipos de mentalidades. Explica cómo hacer el seguimiento y presenta las verdades fundamentales que el obrero cristiano tiene que enseñarle al recién convertido.
Dios nos ha escogidos para ser sus testigos. Somos los únicos que podemos dar a conocer al mundo quien es Jesucristo. Cada vez que comparto el evangelio en las calles, me maravillo de la cantidad de personas que nunca han oído del mensaje de la cruz. Muchos de estas personas provienen de diferentes etnias. Yo me pregunté a mi mismo, ¿cómo esto podía ser posible? ¿Cómo es que nadie había oído sobre el mensaje de la cruz? Otras veces nosotros encontramos personas que nunca habían pensado hacer una decisión por Cristo. También encontramos que las dos terceras partes de la gente a la cual les hablamos dicen que están perdidas y que irán al infierno. Encontramos que las dos terceras partes de la gente a la cual les hablamos dicen que están perdidas y que irán al infierno cuando mueran. Esta es la verdadera razón por la cual nosotros salimos a la calle a compartir el evangelio. Estamos en la calle para alcanzar con el evangelio las almas perdidas. Es nuestro privilegio comunicar el mensaje de salvación. ¿Está usted preparado para aceptar el desafío de Jesús, y si usted no está quien lo hará? Examinemos los textos a continuación y veamos porque debemos ser testigos.
¿Si nosotros no compartimos las Buenas Noticias, quien lo hará?
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