Todos conocen la historia de Rahab la cual vivía cerca de Jericó. Cuando analizamos esta historia desde otro ángulo vemos a una mujer inteligente a pesar de su trabajo como ramera.Es decir, ella fue escogida por Dios para tomar parte en uno de los episodios más importantes en la conquista de Jericó. Esto nos muestra que Dios no tiene favoritos a la hora de hacer su obra.

Rahab es un ejemplo para este tiempo que muchas veces se cuestionan y juzgan a las personas sin piedad ninguna. Miren si está mujer iba a estar en la línea historica que fue esposa de Salmón y madre de Booz, en la genealogía de Jesucristo.

Nótese que ella como madre quería identificar a su familia con el Dios de toda la tierra. A pesar de ser ramera tenía convicciones personales salvando la vida de los espías. Nunca se puede juzgar a nadie sin conocer la personalidad interior de una persona.

Un dato que me llama la atención es que Dios vio en Rahab la clase de persona que El estaba tratando de hallar entre los hijos de Israel.El final de la historia nos da a demostrar la calidad de las promesas de Dios cuando en realidad vivimos en fe.

Esta mujer fue recompensada y recibió seguridad de que ella y su familia se salvarían. Ella y su familia fueron sacados de la ciudad antes de la destrucción de la misma. Quedó escrito que fue salvada por su fe como por sus obras, una combinación perfecta que trae victorias a nuestras vidas.

La historia de Rahab demuestra que nadie es insignificante a la vista de Jehová. Él nos ve a todos y lee nuestros corazones. Y cuando descubre una chispa de fe, como la que había en el corazón de Rahab, se llena de alegría. La fe de esta mujer la movió a actuar. Tal como dice la Biblia, “fue declarada justa por susu obras” (Santiago 2:25).

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