El nómada Abraham no se imaginaba que Dios lo escogería para reconstruir a la humanidad. De esta manera la voz del Creador tronaría de manera prometedora en los oídos de aquel individuo que no era un gran rey y menos un hacendado con muchas tierras. Sencillamente era un nómada que iba de un lugar a otro con sus rebaños por el árido desierto. Debió ser un hombre fuerte para sobrevivir a todos los embates que se le presentaron en este duro caminar. Pero la promesa de Dios estaba ahí parpadeando intensamente “Y hare de ti una nación grande y te bendeciré y engrandeceré tu nombre y serás de bendición” Génesis 12: 2
Si hacemos una retrospección encontramos que el padre de Abraham fue Teraj, que tuvo dos hermanos y que su esposa se llamaba Saray. Su familia era oriunda de la tierra de Ur en Mesopotamia y emigraron hacia el oeste. Se dice que durante su infancia y adolescencia Abraham repudiaba la idolatría que practicaba su padre. Durante años se esforzó para que su familia renunciara al fanatismo, en una ocasión incendió donde se albergaban los ídolos mientras su familia corría de un lado para el otro afanados en salvar a los dioses falsos, su hermano Aram murió en el incendio.
Como un rompecabezas Abraham se convirtió en la pieza que Dios, monto luego del diluvio universal porque necesitaba un cimiento que codificara nuevamente a la humanidad. Si buscamos tras los bastidores vemos el parlamento directo entre Dios y Abraham conteniendo una promesa que lo convertiría en un hombre completamente bendecido. No obstante, había una disyuntiva que caminaba en la mentalidad de Abraham y su esposa, ella era estéril y el estaba viejo para tener hijos, pero Dios le pidió que confiara en El.
Abraham no era perfecto, Dios le hablaba y el escuchaba, pero, surgieron momentos difíciles que trataron de alejarlo del camino estipulado. El mintió en ocasiones y trato de hacer que las promesas que Dios le había hecho se cumplieran a su propio modo. La mesa estaba servida y a pesar de todo en los momentos decisivos de su vida su oído fue sabio escuchando la palabra de Dios y obedeciendo su mandato. Abraham estaba dispuesto a sacrificarlo todo por Dios, inclusive a su hijo, prueba que lo llevó a santificarse ante el creador.
La vida de Abraham estuvo llena de momentos malos y buenos, su historia es fascinante conteniendo facetas de la vida que llevamos hoy día. Sin embargo, llegamos a la conclusión que su fe es la raíz de judaísmo y también del cristianismo. Sus encuentros con Dios fueron crudos y sin censura, no algo inventado por alguien, sino una verdad que surge cuando Dios se encuentra con el hombre. La vida de Abraham comenzó a desplegar la historia de los planes amplios de Dios y dos mil años después, Jesús, el descendiente de Abraham vino a cumplir las promesas hechas a Abraham y a sus descendientes.
“DIOS LE PUSO SU MARCA A ABRAHAM, LA MARCA DE CIRCUNSICION Y A PARTIR DE ENTONCES SUS DESCEDENDIENTE SERIAN CONOCIDOS COMO EL PUEBLO DE DIOS”
REFLEXIÓN:
La salvación es un llamado a que cumplamos el propósito de Dios en la tierra. El Señor nos llama a: dejar Ur (el mundo), dejar nuestra parentela (lazos o impedimentos a obedecerle); confiar en sus promesas; a obedecer a toda costa. Hemos sido trasladados de las tinieblas del pecado al Reino de Jesucristo.
¿Qué es lo que te impide hacer la voluntad de Dios?.
Considera cual es el propósito de Dios para tu vida, Dios desea bendecirte y que seas bendición para otros, Si Dios te pide algo, te da también los medios para llevarlo a cabo, No hay mayor comunión que cuando obedecemos la voluntad del Señor.
La voluntad de Dios es nuestra bendición, es lo mejor, lo único que te puede hacer feliz, Abraham tuvo que dejar muchas cosas, tuvo que ¡dejarlo todo!, ¿pero que fue mayor, lo que dejó o las bendiciones?, igual nosotros, tenemos que dejar muchas cosas para seguir al Señor, pero las bendiciones son mayores, ¡y ya las estamos disfrutando!.
EDWIN VAZQUEZ
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