Dejemos que nuestra imaginación corra hasta aquella cárcel donde se encontraba Pedro, al parecer olvidado y abandonado por los hombres, pero no le olvidaba Dios. Las puertas y los cerrojos, los guardias y las cadenas le tenían alejado de sus amigos que no pudieron alejarle de los ángeles. Recuerda hermano y amigo que donde se están los hijos de Dios, hay una puerta abierta al cielo y nadie ni nada puede interrumpir la comunión con Dios. Silencio hermanos, llegamos a la celda, que oscuridad, el…
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