No todo está perdido, anda, levántate, sacúdete, sigue luchando y por tu mirada en Jesús. Aunque nuestras promesas nunca hayan sido cumplidas totalmente, hay una buena salida para el alma en la encrucijada de la muerte. Tal vez en este momento tu problema sea del grande de una montana, tu enfermedad no quiere ceder, tus hijos se marcharon y no han regresado a casa, tu situación económica esta precaria, estas cansado espiritualmente y físicamente, heyyy, n...o tires la toalla y clama a Dios.
Vete de rodillas y dile a Dios: “Padre ten misericordia de mi, soy débil, reconozco que Eres todo para mí”. Al hacer esto le estas dando la oportunidad a Dios de operar un milagro de transformación en tu vida, un trasplante de un nuevo corazón con nuevas expectativas y añoranzas, y sobre todo una fe que sobrepase todo entendimiento para llevarte al cumulo de la Victoria.
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