Luego de la victoria de Jericó los israelitas estaban gozosos por el acontecimiento sobrenatural que había visto de parte de la mano del Señor. Todo era alegría y regocijo puesto que habían tomado la ciudad más importante del valle del Jordán. El próximo paso ahora era tomar la cuidad de Hai, como esta no era tan grande los dirigentes a cargo llegaron a un acuerdo que no llevarían todos los hombres. Se dice que subieron de dos mil a tres mil hombres, vamos hermanos acompañemos a estos hombres a través de la batalla. No sé, hay un presentimiento extraño, exactamente, los israelitas fueron derrotados, murieron treinta y seis hombres y el resto llegaron al campamento desanimados.
Algo andaba mal, pero que era pensó Josué, ¿Dónde estaba el Capitán de la hueste del Señor que le había prometido la victoria? Vamos a ver qué está pasando, vemos a Josué rasgándose las vestiduras waooo, ahora se está postrando en tierra junto a los ancianos ante el Arca de Jehová. En esa posición estuvieron hasta por la tarde hasta que retumbo la voz de Dios diciendo: Levántate, porque te hechas sobre tu rostro. Entonces Dios le explico lo que pasaba, le replico, alguien en el campamento había cometido un anatema tomando un objeto prohibido de la cuidad derrotada de Jericó y lo enterró. Hasta que no apareciera el culpable los israelitas no podrían resistir a cualquier enemigo al cual se enfrentaran.
Pero quien era, buscar al culpable entre un millón de israelitas era busca una aguja en un pajar. Finalmente después de buscar entre todas las tribus de Israel llegaron hasta Acan y su familia y este confeso. En su confesión dijo que los artículos que había robado los había enterrado en su tienda, había un manto hermoso babilónico, dos cientos siclos de plata y una barra de oro. Efectivamente Josué envió unos ahombres a la tienda de Acan y encontraron el botín. Ahora Acan debía ser castigado, él y su familia fueron llevados hasta un valle donde había muchas piedras y el pueblo les arrojo piedras hasta morir. Se dice que sobre el cadáver de Acan echaron un gran montón de piedras y el lugar fue llamado Acor, que significa turbación.
COMNTARIO
Identificado como culpable, Acan confeso su pecado, pero la misma llgo tarde, si hubiera confesado antes, podría haber evitado la derrota de los israelitas y la muerte de los miembros de su familia. Josue levanto otro monumento de piedra, sin embargo, este no era para conmemorar el gran poder liberador de Dios, sino un recordatorio del impacto negativo que el pecado de una persona puede tener sobre el bienestar de muchas otras.
Quizás cada uno de nosotros debiera dejar anotado cuando y donde nos rebelamos contra Dios y como eso impacto nuestra vida y la de los que nos rodean. Si hemos de aprender de nuestros errores debemos recordar no solo las consecuencias, sino también los pasos que nos llevaron lejos de Dios. AMEN
ED VAZZ
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