FELIPE Y EL EUNUCO
HECHOS 8:26-31
Hay tantas historias interesantes en la Biblia que nos dejan ver diferentes mensajes y más aun el poder de Jehová. En el libro de hechos hay una historia que capta mucho la atención, una de ellas es el relato de la conversión de un alto funcionario de Etiopia a la fe de Cristo. Vemos como la gracia de Dios persigue a este hombre, le da alcance en un camino solitario y allí le vence. Entremos de lleno a la historia no te me duermas, allá vamos, resulta que un Ángel de Señor le fue enviado a Felipe para decirle que fuera a una zona desierta. El ángel le dijo: “Levantarte y ve hacia el sur por el camino que desciñere de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto” Hechos 8:26
Ya en el lugar Felipe vio a un atipo eunuco que volvía de un pregrinaje para adorar en Jerusalén. Este hombre debió haber sido un prosélito (o convertido) de la fe judía y bastante rico (viajaba en una carrosa), ya que el viaje de ida y vuelta a Jerusalén tomaba dos meses, sin incluir el tiempo que permanecería en este lugar. El Espíritu Santo le indio a Felipe que se acercara al carro del eunuco dándose cuenta que este leía el libro de Isaías. Felipe le replica al eunuco si entendía lo que estaba leyendo.
Vemos aquí como una vez más el momento oportuno de dios es siempre perfecto. El no se atrasa ni se adelanta y llega tiempo cuando hace falta. Esa parte desolada del camino le proporciono el ambiente perfecto para explicar el pasaje de Isaías y su cumplimiento en Jesucristo sin interrupción. Más adelante el eunuco fue bautizado por Felipe como testimonio de fe y su decisión de segur a Cristo. Al igual que Felipe nosotros como cristianos tenemos el gran privilegio de ser colaboradores de Dios mismo. Dios uso la obediencia de Felipe al Espíritu y en ese breve encuentro con el eunuco para llevar el evangelio a Etiopia.
COMENTARIO
Los que verdaderamente buscan a Dios siempre lo encuentran, incluso cuando el camino es bastante difícil. El eunuco se mostro humillad y más aun deseoso de conocer el sentido de la Palabra. El quiso ser ensenado, ojala todos los que se profesan creyentes poseyeran esta cualidad. No solo los bebes en Cristo, sino también los que tienen por maestro s la Palabra, necesitan la humildad para reconocer que no son infalibles y que les falta mucho por aprender.
ED VAZZ
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