En esta ocasión hermanos los invito al encuentro de Jesús con los diez leprosos que se cruzaron es su camino cuando este se hallaba de viaje a Jerusalen en la frontera misma que separaba Samaria de Galilea. Hago salvedad que este episodio no se encuentra en ninguno de los otros evangelios. Mantengámonos juntos para ver lo que aconteció en aquel momento, no tiren fotos por favor, vamos a la historia. Antes de comenzar la narración es importante recalcar como Jesús a pesar de que siempre andaba entre gente enferma, nunca se contagio. Es verdad que muchas veces estaba cansado, pero en ninguna parte de la Biblia se comenta que haya tenido alguna enfermedad.
Era propicio ver al Rey de Reyes como un manantial de vida de donde brotaba salud, fortaleza y felicidad para otras. En una ocasión replico: “YO HE VENIDO PARA QUE TENGAN VIDA”y eso era lo que El impartía a manos llenas todos los días y a todas horas. Por esta sencilla razón había centenares y miles de personas que se congregaban a su alrededor, en otras palabras, deseaban sentirse bien y allí había alguien que tenia la formula presente. El sabia curar las peores enfermedades, mejor y mas rápidamente que cualquier medico, ningún mal parecía demasiado difícil de tratar para El, ni siquiera la lepra.
Tocando la historia en su efecto se dice que Jesús estaba fatigado por el viaje y estos no lo dejaron descansar y tomar algún refrigerio, sino que que fueron hacia El tan pronto como lo vieron. Estos clamaron: “JESUS, MAESTRO, TEN PIEDAD DE NOSOTROS”, imaginemos la escena hermanos, diez hombres sufridos tapando su desfigurada cara, no obstante, el corazón de Jesús se enterneció y les dijo: “ID Y MOSTRAOS A LOS SACERDOTES”. Que clase de orden era aquella, no era exactamente que fueran curados al momento, pero estos tuvieron fe y obedecieron al Maestro.
Esto nos ensena que quienes esperan recibir favores de Cristo, han de obtenerlos de acuerdo al modo y el metodo que El establezca. Para sorpresa de los diez hombres mientras se trasladaban camino hacia los sacerdotes quedaron sanados. Debemos esperar que la misericordia de Dios nos salga al encuentro cuando vamos por el camino de nuestro deber, si hacemos lo que El nos manda, dios no dejara de hacer por nosotros lo que nosotros no podemos hacer por nosotros mismos. Aunque los medios no nos creen por si mismo, Dios nos curara en el uso diligente de tales medios.
Veamos hermanos a los diez leprosos, ya no tienen las manchas terribles en su cuerpo, su carne, medio descompuesta estaban ahora limpias y sana, sus facciones, horriblemente deformadas, volvieron a ser lo que había sido antes. Estoy sanoooooooooooo, grito unoooo, Yo tambiennnn, exclamo otro y Yoooo gritaron sucesivamente todos los demás mientras comenzaban a correr rumbo hacia donde se encontraban los sacerdotes.
Ahí vemos al maestro observándolos con gran alegría, no obstante, de todos solo uno volvió para darle las gracias a Jesús. En otras palabras quiso que fuese dada la gloria y alabanza al Señor que le había curado., este lo hizo con grandes muestras de afecto y agradecido de corazón. Quienes reciben favores divinos deben dar testimonio de ello a otros, pero este ex-leproso no se contento con dar gracias al Señor, sino que: “Y SE POSTRO ROSTRO EN TIERRA A SUS PIES, DANDOLE GRACIAS Y ESTE ERA SAMARITANO”. Esto nos enseña a ser muy humildes en la expresión de nuestra gratitud al Señor, como lo hemos se ser en nuestras oraciones.
COMENTARIO
Cristo dio mucha importancia a la actitud de este samaritano que de tal manera se había distinguido de los otros nueve que habían sido curados, quienes, por lo que se da a entender, eran judíos. La actitud de este hombre era tanto mas que encomiar cuanto que los samaritanos no tenían, de la naturaleza de Dios y del modo correcto de adorarle, un conocimiento tan puro como los judíos. Con todo, fue un samaritano quien volvió para dar gracias y glorificar a Dios, lo cual olvidaron los nueve judíos.
En muchas ocasiones la ingratitud es un pecado común, de los muchos que han sido beneficiados de la misericordia divina, hay pocos, muy pocos, que se muestren agradecidos a Dios. Como animo Cristo a este samaritano agradecido, los otros recibieron curación, y no les fue revocada, pero la curación de este quedo especialmente confirmada: “TU FE TE HA SANADO”. Los otros nueve habían sido curados por el poder de Cristo, compadecido de la situación de ellos, pero este fue sanado de un modo especial por su fe, la cual vio Jesús que era muy superior a los de los otros.
“SI USTED SE CONSIDERA SANADO Y NO SALVO, TERMINARA COMO LLOS NUEVES LEPROSOS, SEA COMO EL SAMARITANO TENIENDO LA FE CORRECTA EN JESUS Y NO EN LA CARNE”
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