Hermanos en esta ocasión nos vamos en lo sobrenatural al momento en que Nerón pronuncio la sentencia que condujo a Pablo al martirio. Ahí vamos, pueden ver a Pablo escoltado por los soldados que escucharon sus palabras ven que como va gozoso a la muerte. Mientras camina a su pensamiento llegan las imágenes de aquel momento en que conoció a Dios en el camino de Damasco. Pensamientos tras pensamientos lo acompañan en este vía crucis final con un espíritu de perdón hacia sus verdugos y su inquebrantable confianza en Cristo hasta el último momento es un sabor de vida para vida. Ese era Pablo, ni mas ni menos, su rostro se refleja esa paz celestial que gano muchas personas para evangelio. Su trabajo fue arduo y nunca sintió temor ni retrocedió ante nada la mano de Dios estaba con el. Para los que se relacionaron con el durante su ministerio sintieron en carne propia la influencia de su unción en Cristo.
El hecho de que su propia vida fuera un ejemplo de la verdad que proclamaba, añadía a su predicación en poder de la convicción. El apóstol se olvido de sus inminentes sufrimientos debido a su preocupación por los que iba a dejar expuestos al prejuicio, el odio y la persecución. Olvidándose de si mismo en este final, procuro fortalecer y alentar a los pocos cristianos que lo acompañarían hasta el lugar de la ejecución. Sus pasos son lentos, pero seguros, su temple es mas alta que las montanas, de su boca salen palabras con promesas para los que padecían de persecución. Les aclaro y les aseguro que nada cuanto el Señor había dicho respecto de sus atribulados y fieles hijos dejaría de cumplirse. Al llegar al lugar del martirio, no vio la espada del verdugo ni la tierra que iba a recibir su sangre, sino contemplo el trono eterno a través del cielo sereno de aquel día.
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